viernes, 30 de mayo de 2014

FIESTA: the sun also rises (Parte 1)


Al fondo, destellaba el río Arga, y perfilándose contra un tempranero cielo azul de blanquecinos destellos, las antiguas coronas mas allá de la Ciudadela y el ensanche; la Catedral, el Archivo, las figuras del Ayuntamiento pamplonés, las torres y los tejados del caso antiguo.



"We walked down the hill from the cathedral and up the street to the café on the square"


Tras los pasos de Hemingway, acicate de esta españolísima tradición festiva y bruta. Sin el Chateau enfriando en el Arga mientras se prueba la pesca de ribera, pero con un buen botellón de calimocho. Que estilo tenemos eh.

Pues en estas que llegamos a la ciudad de Pamplona a media mañana, vamos, venga, posaros del coche, comprad el vino;  y que ya podías oler en el aire de las calles el vino, el sudor del gentío, la pólvora de los cohetes, oír los camiones de los cabestros, sentir esa agradable tensión que precede a una gran fiesta, y ese sentimiento de cosas que iban a venir y no podrías prevenir.

Aparcamos el coche en la Calle Doctor Salva, a las afueras del casco viejo, cerca de un parque donde ya había instalados algunos fiesteros, con sus sacos de dormir bajo los columpios.

Por aquella zona aún había una relativa calma; paseantes matutinos recorriendo la senda junto al Arga, jóvenes con bolsas de plástico repletas de bebidas en grupos esporádicos, parejas de frescos fiesteros que caminaban por la Avenida de Navarra, unos musulmanes que iban a la mezquita cercana, niños con sus madres, trajín de comerciantes que descargaban delante de tiendas y restaurantes, tambaleantes volatines aún ebrios de la noche anterior, y el aire fresco de la mañana acariciando el frondoso techo verde de los plátanos del parque.





Ups! a girl was badly cogida!



Compramos bebidas en una especie de Bazar y preguntamos a una peña local que se pertrechaba sobre cómo llegar a la zona de la ciudadela y dónde encontrar la Peña El Bronce, enlace que Helios había planeado para una mayor y más auténtica inmersión en la Fiesta.



"The Fiesta kept up day and night for seven days. The dancing kept up, the drinking kept up, the noise went on. The cafés tables were full. The crowd was filling the cafés." (Ernest Hemingway)


Salimos de las sombras del parque al sol matutino, en dirección al paseo. Helios, (no nuestro colega sino el astro rey) calentaba la piel ya de manera intensa con sus rayos solares. Apenas nubes de formación se presentaban en el horizonte. Una algarabía inmensa se oía a lo lejos. Empezamos a coincidir con más fiesteros de camino a La ciudadela. Coronel Kurtz abrió una botella de vino y empezamos a beber.  “Since early morning vino”.

Entonces salimos a la avenida San Jorge desde el paseo fluvial, dejando atrás los fresnos y el bello río Arga, para confluir en la Avenida Guipúzcoa. Allí la afluencia de gente era ya multitud. El sol cascaba, el vino pegaba, y ya había ganas de perderse por las callejas del casco antiguo, de zambullirse en la Fiesta.



Fold up to the party!



"...and the bulls galloping, tossing their heads up and down!" (E.H.)



A medio camino encontramos toda una avenida repleta de puestos de feriantes y carruseles, norias, coches de choque, casetas de tiro, etc. Un intenso aroma dulzón a azúcar y carne tostada llegaba desde los puestos ambulantes de comida. Había muchos gitanos, llamándonos hacia sus negocios, ofreciéndonos tirar a los dardos, jugar al bingo...

-¡Niña fermosa que te compre el muxaxo un peluxe!- gritó una anciana gitana a Aroa.

-¡No gracias señora!- respondió riendo.

La botella de vino pasaba rápidamente de una mano a otra, el estrés causado por tanta muchedumbre se calmaba con cada trago, nos estábamos invertebrando.


We walked around the fair among the gipsy stalls, and then up  one of the old and medieval streets to La Ciudadela, the city old quarter"


"Wine made us feel brave and strong, able to join the heavy atmosphere of the bull-fighting"


Cruzamos un parque lleno de guiris totalmente K.O.

Comenzamos a subir la carretera peatonal hacia la impresionante ciudad amurallada, como si entráramos al asalto en un castillo cual horda tumultuosa, en nombre de algún conde o señor de guerra cuyos distintivos fueran albos ropajes con pañuelos carmesís.


"Going down the crowded streets to the Plaza Mayor we saw the sky rockets going up in the square. The drums pounded and the pipe music was shrill, and everwhere the flow of the crowd was broken by patches of dancers. The crowd was the boys, the dancers, and the drunks." (Ernest Hemingway)

"Then people commenced to come running. A drunk slipped and fell. I was pushed close against the planks of the fence. The crowd were running fast now. I saw the bull just coming out of the street into the long running pen" (E.H.)



THE MIURA

A Miura bull is a Spanish fighting bull bred from the lineage of the Miura Cattle Ranch (Spanish: Ganadería Miura), located in the province of Seville, Spain. The ranch originally belonged to Don Eduardo Miura Fernández, and is known for producing large and difficult fighting bulls. A Miura bull debuted in Madrid on April 30, 1849.

The Miura line traces its roots to five historic Spanish bull breeds, namely the Gallardo, Cabrera, Navarra, Veragua, and Vistahermosa-Parladé.




El olor del vino, de las meadas, de la mañana. El olor a San Fermín. Helios contemplaba los muros de la ciudad y el gentío animado. Se giró hacia mí, sonriendo con cierto grado ya de ebriedad. Yo empezaba a estar aturdido de tanto luengo trago.


-Guillermo, hoy va ser uno de esos días tuyos para la leyenda- bromeó.

-Hoy va ser un día épico para todos –respondí.

Y no era para menos, salvo en las Fallas valencianas, jamás había visto una fiesta con tanto gente.

-Cagon diez- dijo Coronel Kurtz detrás nuestra -.Esto es como un descenso del Nalón pero multiplicado por mil.

-Bueno Guillermo, los toros ¿qué?- preguntó Helios. No muy lejos, comenzó a sonar una charanga; explotaron cohetes en el aire, gritos de la multitud celebrando la Fiesta.

-Ni se os ocurra, vamos, ¡qué locura, correr los toros!- dijo Aroa.

-Adelante y adelante- respondí, y arriba con la botella de vino. Apenas podía beber sin tirarlo, pues los empujones de la gente eran constantes. Ya fluíamos en las bulliciosas venas de la vieja ciudad. Ya éramos parte de la Fiesta.


Preparing Riau-Riau !





lunes, 19 de mayo de 2014

RUTAS DEL CARBÓN: EL MECHERO DE SAÚS

Cogimos el tren en dirección Gijón desde Laviana una fría mañana de primavera, y nos bajamos en el fantasmal apeadero de Curuxona, entre la niebla matutina y un casi imperceptible orbayu.

Estamos en el viejo valle de Candín, en Siero, limítrofes con Langreo y cerca de Tuilla, en una tierra antigua repleta de elementos oxidados y enterrados entre los bosques, olvidados en los caminos.


Antaño la minería, como en general en toda Asturias, propició en este lugar una intensa actividad industrial, económica, política y social. Ahora solo queda esto, una ruta nostálgica apenas recorrida que reverdece y se marchita en el ciclo indiferente de las estaciones, un lugar que va acumulando hojas sobre hojas cada otoño, hojas que se funden en tierra sobre las cunetas y  tierra que abona las zarzas, y bosques que abrigan los pedazos huérfanos de un mundo pasado.





Se dice que fue en esta zona donde se descubrió por primera vez el carbón en Asturias, después de un incendio que hizo salir a la superficie una veta de carbón.

El mechero de Saús es una grieta subterránea a las profundidades carboníferas por donde asciende un gas (grisú) que, inflamable, lleva ardiendo durante décadas.






La llama imperenne.



Las pintadas en derredor de la hornacina no hacen sino atestiguar la ruptura total de generaciones. Jóvenes que no comprenden un mundo pasado que no está en el presente, del que nunca apenas se les ha hablado. Son otros tiempos.

Ellos ya no entienden el mundo. Ellos
vienen aturdidos de un tiempo duro pero ingenuo.

¿Quién tomó la risa y se llevó el encanto,
quién hizo los días grises
y  formó la sombra que nos cubre con su oscuro manto?
Quizá el paso de los días.

Hablan y hablan, con la pinta densa y caliente
en el poso del vaso, sobre la barra del bar,
de un gigante llamado HUNOSA, ya mítico ente...

Por Guillermo M.A. ("Quizá el paso de los días")







You are welcome to Saús...



Atravesamos carreteras solitarias y orilladas de profusa vegetación, flanqueadas por musgo en sus márgenes, carreteras que fueron, hace mucho tiempo, importantes vías de comunicación en el proceso de extracción del carbón.

Pasaremos a través de senderos que discurren por bosques de castaños, robles, avellanos...y toparemos restos de minería: lavaderos, lampisterías, cintas transportadoras, raíles...

El pozu Mosquitera, desde el que podríamos empezar la ruta, se perforó después de la guerra civil, pero fue cerrado a finales de los 80 tras un grave incendio. Varios mineros fallecieron en este trágico suceso y docenas fueron heridos tras la inhalación del espeso y tóxico humo que provocó la quema de unas cintas transportadoras de carbón.

Cuentan que aún hoy arde en las profundidades el carbón. 

VIDEO ACCIDENTE POZO MOSQUITERA:
https://www.youtube.com/watch?v=kHfFLAZ84uE



Enorme nave del Pozo Mosquitera


Moderna torre de extracción de Mosquitera











Y no, no son los sótanos de las instalaciones de Chernobyl, es Mosquitera.


Pasarela a resguardo.




El pozo Mosquitera I. Tras su cierre a finales de los 80, el carbón de la zona fue extraído mediante galerías profundizadas desde otros pozos de la zona de Siero.



(...)caminemos por los tejados de los pueblos de las colinas del valle minero que
se jalonan riachuelos arriba con inverosímiles arriates, contemplemos
La Ciudad. ¿Qué parte imborrable de esta urbe recuerda el cénit de 
Papá HUNOSA?; en lo lejano, castilletes en la oscuridad…

Por Guillermo M.A. ("Angie II")








Solvay II


La profusa vegetación se hace dueña de las colinas, ocultando ruinas industriales y escombreras



Parte de la ruta va por carretera, pero no hay de qué preocuparse, apenas uno, dos, tres  coches a lo sumo pasarán.

Los enormes cables y la pesada maquinaria parcialmente oculta entre el crecimiento de la Naturaleza; ¡helechos, raíces, tornillos, metálicas marañas, alambres, ladrillos, hojas, barro, troncos, compresores, carbón, piedra, flores, caracoles, bombas, enormes cabestrantes, palas cargadoras, juncales, avellanos, robles, ruedas,
 vagonetas volcadas, castilletes mineros entre los valles entre las zarzas entre los ríos entre las praderas!

¡las antiquísimas junglas que hoy son negros inframundos! ¡la llama rosa madre vapor!

por Guillermo M.A. ("Asturias Steampunk")


























Tormenta sobre Pola de Laviana












martes, 13 de mayo de 2014

Isabel Carrasco intermezzo





-Pues yo no pienso regresar a Laviana, colega.
            David hizo girar entre sus dedos el grueso vaso de cristal de su whiskey, y con la mirada perdida y el gesto hosco, lo levantó de manera brusca y se lo tragó. El vaso no volvió a la mesa sino con un violento golpe. David parecía un viejo impulsivo que no pudiera suavizar los movimientos de su brazo. En realidad se recreaba en sus ásperas maneras; todo un cowboy.

            -Aquí malvives, coño- me respondió volviendo a clavar la vista en el vaso, en una inconsciente expresión de asco de la que yo adivinaba que rumiaba algo en su interior.

            -Ya, ya lo sé- afirmé abotagado. Miré a través del cristal de la mampara de la terraza y vi la bahía de San Lorenzo, al fondo, destellando. El gentío a la solana por el paseo; paisanos jubiletas, corredores que seguro preparaban las físicas de la policía nacional, nenas de ínfulas primaverales en shorts.




            -¿Estás a mal con tus padres?- intentó averiguar David. Una camarera de aspecto cuarentón se fijó en nuestros vasos. David reaccionó tarde para pedir otro par de whiskeys -. Ah, a la mierda Jhony, apuesto que es orgullo.
            -Exacto, no vuelvo a casa de mis padres por el peso de mis negros cojones.
            David rió. Seco, desvalido de resortes auténticos para la risa. Arrugó el morro y cabeceó afirmando en silencio.
            -Verás, David, no es tan fácil. Mi curro en la hamburguesería es una mierda, prácticamente trabajo para la subsistencia, y si no fuera por Susana...
            -Bendita tu Susana- agregó David, y cogió el vaso de whiskey pero pronto recordó que lo había limpiado. Susana no iba a ser elogiada en brindis.

            -Coño, si no fuera por ella no habría manera de seguir pagando la puta renta, ¿sabes? – le expliqué. Esta vez David chistó a la camarera y le pidió dos whiskeys más -. Puede que no tengamos un duro para salir de fiesta, pero entre su curro en el pub los findes y mi trabajo podemos seguir adelante cuando llega el fin de mes.
            -Bah, subsistencia, Jhonny. Tenemos que buscar algo mejor.
            -¿Y a ti, en Laviana no te va mejor?, digo, ¿no te salen obras y apaños?
            -Bah, subsistencia.

            Reímos. Ya algo entumecidos y risueños por el calor ascendente del whiskey. La camarera cuarentona nos sirvió otros dos amablemente. El bullicio pre veraniego del paseo de la playa llegaba hasta a mis oídos algo apagado debido al alcohol. Sin embargo mi olfato parecía aumentar, recrearse en las distintas gamas de olores que percibía; el olor del cercano mar, las colonias de los paseantes, el whiskey, el aire…ese aire salvaje de la calle, de cuando llega el buen tiempo, que aturde con presentimientos de días azules pasados y futuros…

            -Laviana murió hace años ya. Bueno, al menos para la gente joven, quiero decir- y dije.
            Adoptamos expresiones adustas, reflexionando ante el inevitable cúmulo de recuerdos que esas frases nostálgicas suelen evocar.
            -La fiesta desde luego. Se siguen organizando eventos festivos y tal, pero no es lo mismo, el contexto económico no es el mismo- expresó serio David.
            -Ni siquiera la mentalidad de la gente. El Carpe Diem es un lema ya imposible. Las cuencas mineras se han convertido en un gran geriátrico tan solo sostenido por las pagas de los jubilados. El dinero ya no fluye como antes, diablos, si es que la fiesta misma ya no es lo que era.
            -Y que lo digas, Jhony. Además los chavales de las generaciones de ahora están apijotados; no hacen sino fumar yerba, cuidarse para el gimnasio, y salir a hacerse fotos para las putas redes sociales. No son los salvajes macarras que éramos nosotros.
            -Es porque no tienen pasta, David. Además mira cómo persiguen ahora el botellón en todos lados.
            -¡Y una polla!, anda que sus papis no tienen dinero ni nada, la mayoría. Y lo del botellón te informo que Barbón el alcalde es bastante permisivo con ello, ahora en La Pontona se hacen macrobotellones. Desesperado intento de atraer “la movida” de nuevo a Laviana.
            -¿Botellones junto a la biblioteca?, qué infamia- contesté riendo. Tomé un trago de whiskey y observé la gastada fachada de un alto edificio al otro lado de la plaza, donde estaba nuestra terraza. Sábanas blancas ondeaban como fantasmas cuyas manos estuvieran atrapadas en el alféizar de las ventanas. Gaviotas por aquí y por allá. Niños dando voces y corriendo. El whiskey pegando como un cabrón, fustigando los caballos del recato.
            -Hablamos ya como putos viejos, David.
            -¿Y qué somos ya, a las puertas de Mordor, con veintiocho tacos?- inquirió gracioso haciendo aspavientos mi amigo.
            -Jóvenes. No lo olvides. Seguimos siendo jóvenes.

            De nuevo la seriedad resbaló por la mesa donde tomábamos los whiskeys. Pasaron, con las tablas bajo el hombro, dos surferas altas y  morenas. Un breve silencio, y me sentí impelido a hablar, no por incómoda pausa, sino por ganas de parloteo banal.

            -¿Te acuerdas, eh cabrón, en tu BMW de paquete arriba y debajo de Laviana?, siempre de fiesta, siempre de comedia. Había trabajo en la construcción, y manaba el dinero por todos lados; que si cogemos medio de peri, que si vamos a tomar unos vinos, unos cubatas a La Pista, espichas, cumpleaños, Aquasellas, liadas por semana…Y luego toda esa banda de personajes que siempre estaba con nosotros.
            A David se le iluminaron los ojos. Comenzó a sonreír endemoniado.
            -Qué tiempos, Jhony, qué tiempos.
            -Estábamos mal de la chota, tío. No veíamos límite – dije sumido en la reflexión del pasado común. - ¿Sabes?, quizá hayamos sido nosotros los que hemos cambiado.

            Mi colega retiró la frente hacia atrás y comenzó a acariciar su barbilla y papada alcohólica, repitiendo para sí en voz baja algo ininteligible, asintiendo con la cabeza como dándome la razón.

            La fiesta había protagonizado nuestras vidas. Nos dijeron que se había nacido para disfrutar, que la vida duraba cuatro días y que cualquier otra complicación más allá de salir de fiesta era una pérdida de tiempo. Nos lo dijeron sin decírnoslo directamente, porque era algo que se palpaba en las calles, en la gente, en la cultura y la esencia de un país que vivió sumido durante unas décadas en una gran celebración y despilfarro. Continuábamos las romerías y juergas los días de resaca, animados por una constante impulsividad de querer “estar en todas”. Y eso parecía lo correcto. Pero ahora, de mano del simple impedimento económico, todo quedaba patas arriba y la vida de la mayoría de la gente se estancaba en stand by. Unos se moderaban, otros huían, y algunos persistían mientras el puto país entero era arrastrado en la resaca de la bajamar.

            -¿Y ahora qué, Jhony?- David me preguntó mirando el nublado vaso de whiskey, tocándolo con los dedos suavemente.

            Tras él, la puerta del bar de nuestra terraza estaba abierta, y al fondo del local una televisión de pantalla plana sobre un apoyo de madera daba las noticias. Hablaban del asesinado de la Carrasco esa del PP. Una fotografía de la política era mostrada mientras periodistas en pequeños recuadros comentaban nuevos informes. Cogí mi whiskey y me lo bebí de un trago.

            -¿Ahora?, ahora toca madurar David. Toca la hora de ser paisanos, de agarrar la vida por los cuernos.
            -No queda otra- me dio la razón sacudiendo en el aire el dedo índice de su mano derecha. Asentimos los dos, yo creo que sin saber muy bien lo que encerraban mis propias palabras, su significado concreto. De repente David me miró como sacudido por una revelación, boquiabierto  -. ¿Sabes?, me voy a pillar un alquiler aquí en Gijón con lo que saque de una obra de un tejado que estoy haciendo allí en la cuenca, como si he de compartir piso con estudiantes o inmigrantes o la madre que lo parió.
            -¿Entonces?
            -Que no pienso regresar a Laviana.