La pequeña Edad de Hielo: el Jou Negro de los Picos de
Europa.
Dentro de un período de calentamiento global progresivo que
empezó hace más de 30.000 años, durante el último milenio el clima del
Hemisferio Norte ha tenido oscilaciones apreciables.
En la época medieval hubo
una etapa con temperaturas relativamente cálidas que fue seguida, entre 1580 y
1850, por otra mucho más fría, conocida como la Pequeña Edad de Hielo (PEH), en
la que la temperatura descendió entre 1ºC y 2,5ºC.
Los efectos del PEH quedaron
ampliamente documentados en toda Europa, ya que numerosas aldeas de los Alpes y
Escandinavia sufrieron grandes perjuicios al ser invadidos sus pastos y tierras
de cultivo por el hielo de los glaciares.
Otras zonas montañosas, como la
Cordillera Cantábrica, que en esos momentos ya se encontraba deglaciada,
volvieron a desarrollar pequeños glaciares.
Habitantes de la zona, viajeros y
naturalistas de la época conocieron los glaciares y los grandes neveros que se
formaron y algunos de ellos dejaron constancia de su existencia en dibujos y escritos.
Hay, incluso, fotografías de finales del siglo XIX, cuando este período frío
estaba llegando a su fin, que muestran un recubrimiento nival mucho más extenso
que el actual.
Las primeras referencias sobre la existencia de glaciares en
los Picos de Europa coinciden con el final de la Pequeña Edad de Hielo y fueron
hechas por Casiano de Prado (1856) y el conde de Saint-Saud (1892) para
describir el nevero del Llambrión y el situado al norte de la Torre de Cerredo.
Además de estos, Penck cita en 1897 pequeños glaciares al norte de Torre Santa
y de la Torre de Santa María, en el Macizo Occidental.
JJ González Suárez, a finales del siglo XX, en un ascenso a
la Torre de Cerredo en Septiembre de 1992, observó cómo una disminución de la
cubierta de neviza había dejado al descubierto una masa de hielo azul
estratificado en un lateral de la pared posterior del circo del Jou Negro.
La exploración posterior de otras zonas, consideradas como
favorables, confirmó la presencia de hielo glaciar en diversos lugares del
Macizo Central (principalmente en el circo noreste del Llambrión y de la Torre
de la Palanca) y también en el Macizo Occidental.
Estas masas de hielo glaciar, que a causa de sus reducidas
dimensiones caen en la categoría de heleros, se encuentran en zonas con escasa
insolación. Es muy probable que durante la PEH haya habido más zonas con
pequeños glaciares, pero de todos los heleros actuales de los Picos de Europa
el más importante en extensión y en espesor de hielo es el del JOU NEGRO.
Situado entre los 2.315 y 2.200 m de altitud, el helero del Jou Negro ocupa una
depresión glaciokárstica abierta hacia el noreste y bordeada, de oeste a este,
por el Pico de Los Cabrones y Las Torres de Cerredo y de Labrouche,
especialmente protegida de la insolación.
A la alimentación de este glaciar, que por su altitud y
orientación se encuentra en una zona muy favorable para la acumulación y
permanencia de la nieve, han contribuido las escarpadas paredes que lo rodean,
fuente de frecuentes avalanchas de nieve.
Habitualmente se encuentra recubierto
por espesores variables de nieve y neviza, y nunca queda totalmente al
descubierto debido a un recubrimiento de derrubios que en parte lo protegen de
la fusión.
La existencia de siete pozos verticales o molinos –seis de los
cuales se extienden hasta el sustrato rocoso- localizados en la zona frontal,
de menor pendiente, permite medir directamente el espesor, de entre 14,3 y 7,5
m, con un volumen total de hielo de unos 200.00 metros cúbicos.
Las aguas de fusión se sumen por los molinos esculpiendo sus
paredes verticales y haciendo más visible la estratificación, con alternancia
de bandas de diferentes tonos, una de las características del hielo glaciar.
La mayoría de los glaciares de montaña empezaron a retroceder
a mediados del siglo XIX y continuaron haciéndolo durante el XX, pero la
velocidad de retroceso aumentó considerablemente en los años 90 de este último
siglo, debido, sin duda, al aumento reciente de las temperaturas, acelerado a
escala global desde 1950.
Los modelos climáticos proponen diferentes escenarios para el
siglo XXI pero, incluso basándose en los datos más conservadores, se espera un
ascenso en la línea de nieves perpetuas que provocará la fusión completa del
hielo glaciar de los Picos de Europa en unos pocos años…
Fuente: Adrados P.E.
Fuente: Adrados P.E.