Es
una tarde de Junio, caliente y nublada. Voy caminando por el paseo fluvial del
río Caudal, a la altura de Ablaña, en Mieres. Veo el antiguo cargadero de carbón,
el emblema de la empresa Hunosa en el desconchado muro del campo de fútbol local;
la H de Hunosa me sobreviene a la mente con un impactante recuerdo a la H de la
bomba de Hidrógeno…
Dejé
atrás una residencia para mayores. Algunos ancianos, a través de ventanas
cerradas a cal y canto, observaban con cierta confusión y tristeza a los que
paseábamos. Me dejó aquello con cierta desazón, no sé si por compasión hacia
aquellas lastimosas figuras o por la comprensión de que un día puedo ser yo
quien esté al otro lado del cristal, viejo y delicado.
Camino.
Veo
una pequeña chimenea lanzar humo, entre el abigarrado conjunto de tejados de
las casas del pueblo. Alguna persona mayor destemplada debe estar encendiendo la
cocina de carbón en la casa. Parece una ofrenda al ya exiliado invierno, y una
afrenta al próximo verano.
Atisbo con estremecimiento, asomando en lo fondero de
un valle apretado por los bosques y las montañas, la cabeza del castillete
minero de Nicolasa. Pienso en la tragedia de aquellos días lejanos, y pienso
más cosas sobre ello que aquí no escribiré: los paniaguados escritores vendidos
a la política han hablado tanto ya de los desgraciados accidentes mineros que
pareciera redundante y cansino escribir con sentimiento sobre ellos. Los
horrores te los imaginas tú, lector.
Son guapas las colinas que se acercan al pico Llosoriu,
y también las que curvan el valle hacia el Oeste. Ya están todas verdes,
pletóricas, y los helechos venidos arriba.
Bueno, equí el día despunta al añil, pero en el día que yo paseaba el Caudal, había densos nubarrones...
Llueve, un pocu.
El aire rebosa a fresca humedad y puedo oler con goce múltiples aromas
vegetales y florales; los lados del paseo se encuentran repletos de plantas de
todo tipo. Tanto el margen que da al río como el que va limitando el complejo industrial
de Mieres Tubos revientan de plantas vivarachas y enmarañadas. Unas huelen
dulzonas, empalagosas, otras son suaves y perfumadas. Las abejas gordas no
paran de sobrevolarlas.
Foto: El Blog del Mierense
Justo al final del paseo, apartados, hay dos corderillos
juguetones y confiados paciendo junto a su madre, que descansa sobre la blanda
hierba.
Echo cuentas del paseo: Asturias es un lugar en el
que vivir con fascinación y dormir con agradable letargo. Porque practicando
una finita omnisciencia, me da por pensar tanto en la tierna joven adolescente de
algún botellón de fiesta prau
(rebosante de vida) como en el paisano quejumbroso y caracol que espera la
muerte sentado en silencio por algún banco de alguna aldea dormilona y medio
desierta.
Y es tan infinito el abanico de experiencias que nos
ofrece esta tierra, dependiendo de la criatura viva y de su tiempo y circunstancia,
que me quedo embargado de pena por no poder vivir en todo, en toda Asturias.
Guillermo M.A.
"Todas las cosas pasan y tú también con ellas. Guárdate de pegarte a ellas porque no seas preso y perezcas." (Tomás De Kempis)
Ablaña Dead City and La Xata La Rifa:
https://www.elcomercio.es/asturias/201610/13/ablana-dead-city-vuelve-20161013001456-v.html