¿Sensual, verdad?, como un leopardo de Dante en la espesura, Nadiuska, la "rusa".
Pero Nadiuska era mucho más que un
bellezón de origen ruso.
Era la diva por antonomasia, el
icono erótico de referencia del destape de los años ochenta españoles. Una musa, una femme fatale del oriente cuya voluptuosidad rendía la ya débil
adherencia a la vieja España, pulcra y santurrona, de toda una generación de
hombres españoles.
Y es que el destape supuso el resquicio por el cual se desbocarían los pruritos impensables del hombre ibérico, tantos años reprendido por su contumaz inclinación al pecado; pero Nadiuska era mucho más que eso, no era sólo un personaje femenino más que bailoteara la oda a la obscenidad que se suponía que era el progreso tras la negación religiosa de lo erótico, ella era una artista cuyo don y poder residía simple y llanamente en su cuerpo, infinita fuente de adjetivos y alabanzas.
Algo tienen las rusas, digo yo. ¿Acaso no son las mujeres más bellas del mundo?
Algo tienen las rusas, digo yo. ¿Acaso no son las mujeres más bellas del mundo?
Interpretó a la madre de Conan en la película de Arnold, fulminó almas y corazones en el mundo del alto standing, y ocupó turbadoras portadas de revistas.
Para obtener la nacionalidad española se le tramó un matrimonio con un indigente subnormal al que pagaron 3.000 ptas. por la pantomima. Amarga ironía.
Juguete roto en el olvido, terminó
sus días de artista totalmente arruinada, económica y mentalmente. Se la vio en
la calle, malviviendo, vagabunda y solitaria, perdida en la nostalgia y manía
de un mundo que ya no le pertenecía.
La diosa de sangre rusa cuyas
carnes susurraron mundos jamás atrevidos por el macho ibérico de entonces,
había dejado su impronta en la cutre revolución sexual de España para pasar
directamente al olvido. Aún peor, a la cuneta.
Tras su paso por varios centros
psiquiátricos (llamadles manicomios si eso da más siniestro lirismo a su fatídica
historia de caída), Nadiuska pasa sus días en un centro religioso a cargo de
unas monjas. El ocaso de una diosa, que diría alguno del Sturm und drang.
Apuntaba Juan José Alonso Millán (dramaturgo español): "Decir que
Nadiuska era hermosa es una bobada. Era de otro mundo en el que la belleza,
comparada con Nadiuska, es una anécdota de rango inferior".
Y no era para menos, algo de sobrenatural tenía su mirada irrepetible.
GMA
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