Y en medio de las calles hechas pedazos, de las calles fragmentadas
y hechas jirones de hierro y cemento- calles
fantasmales desfiguradas- están las potenciales bestias de muerte y metal.
Entre los cascotes, avanzando por las desoladas carreteras flanqueadas por edificios sin
paredes, avanzan, y se detienen; sus torretas giran, sus cañones otean
nerviosos, a la izquierda a la derecha, toman formación, reciben disparos, se
intercambia el fuego. Entre las ruinas acecha el hombre frágil pero valiente que, expuesto, enfrenta a
los colosos. El pueblo, ciego en su fe hacia un Dios guerrero, acometiendo a
sus tiranos.
De momento, solo ves tanques, humo. El crepitar del fuego,
el eco de los cañoneos y los antitanques resonar bronco y cavernoso, como una
tormenta que sucediera en todas partes, invisible y tan solo audible, terrible
a los oídos, respiración profunda del puro nervio y la emoción bélica. Los ruinosos edificios tiemblan, se desprende
polvo y piedra, mas cien ojos abiertos sino desorbitados, escudriñan los rotos
vanos de rotas paredes esperando el paso de las bestias de metal…
Tierra de fuego, tierra de sangre, de media luna inmensa, de sueño en el aljibe y el almendro. Tierra de bélica leyenda siempre con el cielo púrpura tornado, quebrados eriales de lamentos, lágrimas hondas de triste valle, fervor de la batalla, dios de cólera implacable, pueblo que avanza.
Guillermo Méndez Álvarez
28:50 emboscando al tanque!
ResponderEliminarGo FSA, expunge Bassad
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