SUBIDA A LA VEGA DE URRIELLU
Finales de Septiembre del año 2014.
Esta vez el objetivo del Chalanín era saldar una cuenta pendiente con un
gigante rocoso de los Picos de Europa, ampliamente conocido como uno de los
símbolos de Asturias: el Pico Urriellu. Y es que como asturianos que somos, qué
menos que conocer como mínimo la ruta a la base del moloso calizo que tanto
gusta de tornar en espectaculares cromatismos anaranjados.
El día no daba lugar a expectativas
muy halagüeñas, con una mañana anubarrada y de intercaladas lloviznas. No
obstante, los chalaninos persistimos en acometer la jornada de montaña que nos
esperaba en aquel reino de caliza desnuda.
Helios, Aroa, Iván, Malio, Carmen,
Eloy, Ángela, Efrén padre, Fifi, Florent, Pili, Jorge y Milio integramos el
grupo de subida a la base del Urriellu.
Llegamos a Sotres desde Puente
Poncebos por la carretera que remonta paralela a la cabecera del Duje, y en el
lugar conocido como “la curvona”, después de reunirnos en Sotres con Malio y
Carmen y hacer los preparativos de la ascensión, nos dirigimos por una pista
hasta “los invernales del texu”, una hermosa ladera jalonada de antiguas
caserías y establos, algunos ya en ruinas. Aquí podemos contemplar la placa
caliza de la formación Picos de Europa asomando y montando sobre la ladera de
cubierta vegetal.
Seguimos ascendiendo en coche y
cruzamos al otro lado, teniendo enfrente y sobre los invernales del Texu las
Picas del Jou Sin Tierre. Continuamos hasta Pandébano donde dejamos los coches,
y comenzamos a caminar por la vertiente este de la majada, acumulando un gran
desnivel ya en estos pasos primerizos.
El perro de aguas y el border
collie que nos acompañaban se perdían y aparecían repentinamente en la densa
niebla de los primeros tramos de subida. Todos éramos partícipes en la
suposición de que, de seguir así el día, nos íbamos a ir de Picos sin ver al
protagonista pétreo que era el Urriellu.
Vamos dejando atrás la Majada de La
Terenosa, ya a 1.300m, (donde se
encuentra un albergue), encontrándonos con frecuencia grupos de montañeros o
solitarios caminantes que bajaban del refugio.
Entre vacas de los Valles, terenos
(brezos rojizos) y bandadas de chovas piquigualdas, cruzamos La Varera (monte
que, a la vuelta y ya sin niebla, habría de presentarse como de magnífica
atalaya para admirar los Cuetos del Albo y allí, a lo lejos, las abismales
vertientes del Cares) y empezamos a tomar el Collado Vallejo.
Si bien el camino es relativamente
ancho, en Vallejo hay que tener precaución, pues la caída que hay a un lado de
la senda es acusada y con frecuencia cruzada por regueros que, apuesto, son
auténticas torrenteras en invierno.
Con la canal de Camburero al fondo,
muy abajo allí en el área de Bulnes, nos asomamos al Jou Lluengu, la última
parte de la ruta. Por fortuna, el día fue abriendo y si bien no hubo muchos
claros (en realidad mucho mejor sin ser castigados por el sol) las nieblas se
desasieron de las cimas y nos dejaron ver, a intervalos, las impresionantes
montañas circundantes.
Hay una parte en el camino, antes del
Jou Lluengu, en que el camino pasa por encima de una cavidad kárstica
sobreexcavada en la misma roca, formando una pequeña cueva atravesada por un
canchal de piedras. Apuntamos, también, la presencia de llamativas y perezosas
“sacaberas”, o salamandras, en el camino.
Superando los zigzags que conducen
a la base del Urriellu, nos dispersamos según la forma física de cada uno y
vamos llegando, mientras hacemos paradas para contemplar la cima reina, al
refugio del Urriellu.
Allí, a los pies de la bestia dolomítica
que surgió de las profundidades marinas de hace millones de años y elevada por
la orogenia Varisca y Alpina para ensombrecer la vanidad del hombre, una
inmensa calma sotierra las conversaciones superfluas para devolvernos a la mera
contemplación de un paisaje sobrecogedor.
Tuvimos suerte, al menos los
primeros en llegar, pues un fuerte aguacero se desató apenas nos dispusimos a
una frugal comida de bocadillos en los bancos del refugio. Después, fugaces
rayos de sol y hasta arco iris incluido, para una mejor fotografía en la
montaña.
Hicimos unas fotos de grupo a unos
jóvenes montañeros alemanes y estos nos devolvieron el favor sacándonos una
foto grupal que quedará como recuerdo del día que los chalaninos ascendieron a
la base del Urriellu.
El infatigable border collie de
Helios lideró la bajada del grupo, tal y como había hecho en la ascensión.
En Sotres, tras tomar unos cafés y
hablar con el propietario del bar sobre la raza y los tamaños de las vacas
asturianas, nos despedimos satisfechos por la ruta hecha y dejamos atrás,
sumiéndose en las frías sombras, el incomparable paraje de Picos de Europa con su
torre vigía, el Urriellu, y su leyenda en el alpinismo.
Cronista: Guillermo Méndez Álvarez
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