viernes, 25 de abril de 2014

Los meandros del Nora

Los meandros del Nora, un accidente geográfico declarado Monumento Natural en el que, con gran espectacularidad, el río Nora realiza una serie de zigzags en su avance entre las montañas, formando una serie de consecutivas eses como si de meandros  de algún río amazónico se tratara. Este singular emplazamiento se encuentra entre el concejo de Las Regueras y el de Oviedo, cerca de un pueblecito llamado Priañes y enclavado en un apacible y rústico paisaje. Al finalizar la ruta podemos pasarnos por una iglesia prerrománica, San Pedro de Nora.


Los meandros del Nora




Paisaje en torno a San Pedro de Nora

Descendiendo por un camino asfaltado que volvía a subir con mucha pendiente, veíamos a lo lejos el pueblo de Nora con la prominente iglesia, destacando sobria y robusta al lado del melindroso río. Al otro lado: el curioso Embalse del Furacón, en el cual vislumbramos lo que parecían los restos de algún viejo puente entre el agua embalsada.


El embalse del Furacón






Algún tipo de construcción para el control de las aguas embalsadas


Destacaban al fondo los restos de lo que algún lejano día fue un puente

Podíamos ver el Montsacro desde allí, y también al fondo, la rutilante capital asturiana, urbe entre montañas, enigma incómodo rodeado de naturaleza y rusticidad. Al Sur, se alzaba la imponente sierra del Aramo. Las colinas circundantes, infestadas de tojos y zarzas, parecían hervir con la canícula, asomando voluminosas nubes blancas tras sus cimas.

Priañes, el pequeño pueblo al que llegamos cruzando un hermoso parque lleno de pinos y juncos. En éste nos detuvimos un tiempo, sacando fotografías a los bellos estanques de mansa agua verdosa,  repletos de ranas tomando el sol sobre hojas acuáticas. Me llamó especialmente la atención una estatua de Arturo Fernández que había por allí. Dejamos pueblo y parque a nuestras espaldas y ascendiendo nuevamente por un pequeño camino, acudimos al mirador de los meandros, lugar donde merendamos mientras disfrutábamos las magníficas vistas de las sinuosidades del Nora, cuyas riberas aparecían atestadas de árboles y matas.



Tomando la solana sobre alguna especie de nenúfares



Parque de Priañes





Estatua de Arturo Fernández






El mirador de los meandros del Nora


Discurría allí abajo, el Nora, entre exuberantes riberas de profusa vegetación

El cielo tornaba su azul puro a un color añil algo más nostálgico y apagado. Fresca brisa removía el aire caliente y hacía ondearse a las ramas de los sauces de las orillas del voluminoso y oscuro Nora, cuya superficie aparecía moteada de hojas naufragadas que descendían con sus aguas. Aguas que, no muy lejos, confraternizarían con las del insigne Nalón.


San Pedro de Nora. Rectitud, fuerza y pétrea sobriedad era lo que aquella construcción transmitía al visitante


En una jamba del vano, la inscripción de Fáfila, hijo de Pelayo




Ábside derecho con bóveda de cañón. Ante la cámara, un antiguo arcón de madera rescatado del río.



Cristo a la altura de la cámara supraabsidial


Capilla de la nave central. Pequeño edículo.


Pila bautismal


Nave central flanqueada por arcos de medio punto 


Tuvimos la suerte de encontrar a una señora que nos enseñó el interior de la iglesia y nos relató antiguas historias del lugar.
Recuerdo el relajante olor, mezcla de humedad, madera e incienso, que reinaba en la iglesia. La tamizada luz del atardecer se filtraba por las celosías, iluminando las naves con un brillo nostálgico. La anciana nos enseñó detalladamente el interior de la construcción, hablándonos de una enorme pila bautismal que allí había así como de un arcón de madera hecho polvo, el cual había sido recuperado del fondo del río Nora hacía unos años, pues en la guerra civil el templo había sido derruido en parte y algunos de los bienes acabaron desperdigados por las riberas fluviales.

Nos habló de los Antiguos Reyes, de aquellos sucesos casi legendarios enterrados en las nebulosas del Tiempo y la Historia, de  Alfonso III El Magno y de su esposa doña Jimena, que habían donado la iglesia a la catedral de Oviedo en el año 905, así como de Fáfila, hijo de Pelayo y cuyo nombre aparecía grabado en la piedra de un vano, y también nos enseñó unos planos sobre la construcción de la iglesia muy antiguos; anteriores, según narraba, a la reconstrucción moderna del arquitecto Luis Menéndez Pidal.

-Y por si no lo sabéis, ahora mismo estáis pisando tumbas, porque alrededor de la iglesia había un cementerio – nos explicó la anciana, mientras caminábamos fuera del prado, con cierto aire sombrío como un narrador infantil que contara historias de terror de Poe -. E incluso el suelo de la iglesia, que comunica con las catacumbas y el alcantarillado, contiene enterramientos de personas cuyos nombres han quedado perdidos ya para siempre por el tiempo…



La apacible ruta discurre junto al melindroso Nora durante algunos tramos






Central hidroeléctrica







Senderos solitarios que atravesaban praderías, bosques, riberas...





El aire del atardecer y el declinar del sol removían los bosques...



Caía la tarde. Al fondo, imperturbable, la iglesia prerrománica.

Cogimos el último tren de vuelta a Oviedo, esperando en el solitario apeadero de San Pedro, que para colmo llegó casi una hora más tarde de lo habitual, cuando ya la noche teñía todo de negro como un calamar cósmico y el olor de la hierba refrescada bullía en el aire.

G.M.A.



jueves, 24 de abril de 2014

ARTEFACTOS MUTANTES EN TURÓN

Hoy hemos tenido el placer de asistir, gracias a la organización y constancia del Ayuntamiento de Mieres en esta clase de eventos culturales, a otra guía turística más para conocer el concejo de maneras nunca antes interpretadas.



El día no acompañó, y algo más que orbayu nos hizo agarrar los paragüas durante la ruta.


El programa “Conociendo Mieres” del año 2013 fue un gran éxito, que estoy seguro fue lo que hizo promover una nueva temporada de guías para este año 2014. La de hoy, 24 de Abril, titulada “Artefactos Turoneses” se centró nuevamente en el entrañable valle de Turón, pero enfocando la interpretación de su paisaje y herencia arquitectónica, cultural e histórica de una manera totalmente nueva.
 El arquitecto Ignacio Ruiz Allén, Comisario responsable de la tesis de estudio “Aprendiendo de las Cuencas” junto con otros profesionales, fue quien se encargó de las explicaciones pertinentes a cada una de las construcciones que vimos durante esta ruta por el invaluable patrimonio de Turón.





El primer "Artefacto Mutante" que analizamos. Una casa-oficina-garaje en la que "no sabes si vive una familia o se trabaja dentro".





Ya en Turón, frente a los chalés de ingenieros y la antigua casa cuartel





Proyecciones. Cocheras imitando la sección de una galería de mina y rematadas con una puerta que recuerda una construcción de almacenamiento de residuos nucleares.



En el proyecto de estudio “Aprendiendo de las Cuencas” se persigue el reconocimiento y la puesta en valor de edificaciones, paisajes, máquinas, herencias culturales y fenómenos urbanos, rurales e industriales que han ido surgiendo y transformándose con el tiempo, bajo el imperativo del cambio sin fin que hace “mutar” en una integral de ciclos sucesivos a esta región, concretamente a las cuencas mineras.




Parte de los tanques o espesadores Dorr, utilizados para depurar aguas desde minas de montaña



La industria que aún  no cesa




Paisaje rural, industrial, natural, casi urbano y ¿religioso?




La Asturias Steampunk




Básicamente, en el estudio se centran en analizar e interpretar elementos que desplazan el predicamento arquitectónico de la estética o la concordancia a un estilo artístico determinado para plegarse bajo las necesidades prácticas de construcción y utilización. Y de eso, amigos, tenemos mucho en las Cuencas.





Viviendas-bar en Turón



Brumas y castillete del Santa Bárbara.




Caleyando por Villapendi



Dentro de las instalaciones, la dilatación del tiempo


Se describen 4 paisajes: el rural, el natural, el industrial y el urbano. Nunca claramente delimitados, siempre en confrontación, aunque menos actualmente. Estos paisajes se funden y amalgaman alcanzado a veces un cierto grado de equilibrio que hace única a la región por tal peculiaridad. No obstante, el hecho de que la industria esté actualmente en una total crisis hace más factible esa sinergia mimética de entorno entre el paisaje industrial y el resto.
Surge así un nuevo concepto para la designación, la palabra “Artefacto”.





Accesos independientes, elementos de cuartel, aprovechamiento del espacio físico



Anarquía ecléctica




La puerta de Kawamura, arquitecto



Máquinas del pozo


Callejas que si pudieran hablar...


Como bien describen los arquitectos Comisarios Ignacio Ruiz Allén y Sara López Arraiza en el proyecto de investigación citado, los artefactos adoptan en su impronta base y en la suma de sus caracteres adquiridos para la necesaria adaptación a un entorno cambiante una personalidad “mutante”:

Castilletes mineros de aspecto similar al de construcciones
rurales, centros de transformación de forma y dimensiones semejantes
a las de las edificaciones contiguas, antiguos hórreos y almacenes de
labranza reconvertidos en vivienda o aparcamiento de vehículos,
vestigios industriales aprovechados como espacios habitables, grandes
yacimientos de arqueología industrial devorados por la naturaleza,
construcciones residenciales con alma rural y ambición urbana,
esbeltos fragmentos urbanos en plena naturaleza o entre edificaciones
rurales, viviendas de voluntad autónoma apiladas en bloques,
residencias privadas sobre naves industriales, y un largo etcétera. Se
trata de arquitecturas híbridas, ARTEFACTOS MUTANTES, que, a pesar de la
invisibilidad que les otorga su aparente condición marginal, hoy en día
son capaces de ofrecer interesantísimas lecciones arquitectónicas.

Tras 51 incursiones de exploración, 5.615 kilómetros recorridos y 4.391
fotografías tomadas se han catalogado 1.001 artefactos, procedentes
tanto de las Cuencas como de concejos limítrofres y las grandes áreas
siderúrgicas de Gijón y Avilés. Todos ellos tienen un denominador
común: se trata de arquitecturas cuya configuración formal o
resolución programática está a medio camino de los cuatro paisajes
identificados en las Cuencas: natural, rural, industrial y urbano.














Rozadora PK7


Villapendi



Santa Bárbara cerró en el 97. Desde entonces, la herrumbre es lo único que trabaja allí.



Recaleyando Villapendi




Telarañas de hierro que juegan con la tensión en Pozo Espinos






Piedra de afilar pública






Paisaje industrial y rural



Se catalogan tres tipos de artefactos, dentro de sus correspondientes esencias y correspondencias temporales:

ESPECTROS –Artefactos del pasado

PROYECCIONES – Artefactos del presente

ENSOÑACIONES – Artefactos del futuro



¿Por qué será que cada vez que veo este videoclip se me vienen a la cabeza los paisajes de las Cuencas?, bueno, en realidad es obvio. 





No obstante, opino que volver la mirada a los elementos que componen nuestro entorno, agudizando las valoraciones y asumiendo la importancia de su trasfondo histórico puede ayudarnos a dejar esa impresión negativa del paisaje "oscuro, underground" de las Cuencas Mineras y lograr verlas con un sentido especial, más positivo.


por Guillermo M.A.

miércoles, 23 de abril de 2014

Miami Nights 1984 - Early Summer



The eighties were the real time of hope and change. The economy was hot, people were optimistic, there was an evil empire to unite against, nobody worried about muslim terrorists, the space shuttle was flying, there wasn't a manipulative commie piece of crap in the whitehouse, and there was a very real threat of being vaporized in a nuclear war to keep you feelin' alive. The culture, movies, and music from the 80's still convey that feeling.