viernes, 3 de octubre de 2014

Subida a Vega Urriellu con El Chalanin

SUBIDA A LA VEGA DE URRIELLU

Finales de Septiembre del año 2014. Esta vez el objetivo del Chalanín era saldar una cuenta pendiente con un gigante rocoso de los Picos de Europa, ampliamente conocido como uno de los símbolos de Asturias: el Pico Urriellu. Y es que como asturianos que somos, qué menos que conocer como mínimo la ruta a la base del moloso calizo que tanto gusta de tornar en espectaculares cromatismos anaranjados.

El día no daba lugar a expectativas muy halagüeñas, con una mañana anubarrada y de intercaladas lloviznas. No obstante, los chalaninos persistimos en acometer la jornada de montaña que nos esperaba en aquel reino de caliza desnuda.

Helios, Aroa, Iván, Malio, Carmen, Eloy, Ángela, Efrén padre, Fifi, Florent, Pili, Jorge y Milio integramos el grupo de subida a la base del Urriellu.

Llegamos a Sotres desde Puente Poncebos por la carretera que remonta paralela a la cabecera del Duje, y en el lugar conocido como “la curvona”, después de reunirnos en Sotres con Malio y Carmen y hacer los preparativos de la ascensión, nos dirigimos por una pista hasta “los invernales del texu”, una hermosa ladera jalonada de antiguas caserías y establos, algunos ya en ruinas. Aquí podemos contemplar la placa caliza de la formación Picos de Europa asomando y montando sobre la ladera de cubierta vegetal.

Seguimos ascendiendo en coche y cruzamos al otro lado, teniendo enfrente y sobre los invernales del Texu las Picas del Jou Sin Tierre. Continuamos hasta Pandébano donde dejamos los coches, y comenzamos a caminar por la vertiente este de la majada, acumulando un gran desnivel ya en estos pasos primerizos.


El perro de aguas y el border collie que nos acompañaban se perdían y aparecían repentinamente en la densa niebla de los primeros tramos de subida. Todos éramos partícipes en la suposición de que, de seguir así el día, nos íbamos a ir de Picos sin ver al protagonista pétreo que era el Urriellu.

Vamos dejando atrás la Majada de La Terenosa, ya a 1.300m,  (donde se encuentra un albergue), encontrándonos con frecuencia grupos de montañeros o solitarios caminantes que bajaban del refugio.

Entre vacas de los Valles, terenos (brezos rojizos) y bandadas de chovas piquigualdas, cruzamos La Varera (monte que, a la vuelta y ya sin niebla, habría de presentarse como de magnífica atalaya para admirar los Cuetos del Albo y allí, a lo lejos, las abismales vertientes del Cares) y empezamos a tomar el Collado Vallejo.



Si bien el camino es relativamente ancho, en Vallejo hay que tener precaución, pues la caída que hay a un lado de la senda es acusada y con frecuencia cruzada por regueros que, apuesto, son auténticas torrenteras en invierno.

Con la canal de Camburero al fondo, muy abajo allí en el área de Bulnes, nos asomamos al Jou Lluengu, la última parte de la ruta. Por fortuna, el día fue abriendo y si bien no hubo muchos claros (en realidad mucho mejor sin ser castigados por el sol) las nieblas se desasieron de las cimas y nos dejaron ver, a intervalos, las impresionantes montañas circundantes.

Hay una parte en el camino, antes del Jou Lluengu, en que el camino pasa por encima de una cavidad kárstica sobreexcavada en la misma roca, formando una pequeña cueva atravesada por un canchal de piedras. Apuntamos, también, la presencia de llamativas y perezosas “sacaberas”, o salamandras, en el camino.





Superando los zigzags que conducen a la base del Urriellu, nos dispersamos según la forma física de cada uno y vamos llegando, mientras hacemos paradas para contemplar la cima reina, al refugio del Urriellu.

Allí, a los pies de la bestia dolomítica que surgió de las profundidades marinas de hace millones de años y elevada por la orogenia Varisca y Alpina para ensombrecer la vanidad del hombre, una inmensa calma sotierra las conversaciones superfluas para devolvernos a la mera contemplación de un paisaje sobrecogedor.




Tuvimos suerte, al menos los primeros en llegar, pues un fuerte aguacero se desató apenas nos dispusimos a una frugal comida de bocadillos en los bancos del refugio. Después, fugaces rayos de sol y hasta arco iris incluido, para una mejor fotografía en la montaña.




Hicimos unas fotos de grupo a unos jóvenes montañeros alemanes y estos nos devolvieron el favor sacándonos una foto grupal que quedará como recuerdo del día que los chalaninos ascendieron a la base del Urriellu.





El infatigable border collie de Helios lideró la bajada del grupo, tal y como había hecho en la ascensión.

En Sotres, tras tomar unos cafés y hablar con el propietario del bar sobre la raza y los tamaños de las vacas asturianas, nos despedimos satisfechos por la ruta hecha y dejamos atrás, sumiéndose en las frías sombras, el incomparable paraje de Picos de Europa con su torre vigía, el Urriellu, y su leyenda en el alpinismo.



Cronista: Guillermo Méndez Álvarez

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